Según la leyenda, en el año 880, un sábado por la tarde, unos pastores vieron descender del
cielo una fuerte luz, acompañada por una hermosa melodía. El sábado siguiente la visión se
repitió. Los cuatro siguientes sábados los acompañó el rector de Olesa que pudo dejar
constancia de esa visión.
El obispo, al
enterarse de la noticia, organizó una visita durante la cual encontraron
una cueva
en la que se hallaba la Santa Imagen. El obispo Vila propuso
trasladar la imagen a Manresa
pero,
al sacar la imagen, esta se hizo tan pesada que no la pudieron mover.
El obispo
interpretó este fenómeno como el deseo de la Virgen de
quedarse en ese lugar y ordenó
construir la ermita de Santa María
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